"Un horror insondable, sin precedentes y, esperamos, irrepetible".
Se ha recordado recientemente a las víctimas del
holocausto. Una de las mayores atrocidades que ha cometido el ser humano que muestra de manera muy evidente qué pueden hacer algunos gobiernos cuando su pueblo calla, omite y permite sus abusos con su silencio. Sin embargo, lo importante de mantener viva la memoria de aquellos que no están aquí para hablar, es impedir que ciertos hechos no se repitan en el futuro. De nada sirve honrar a los muertos mientras media sociedad
alienta los odios más viscerales que existen como es el caso del antisemitismo.

Mujer israelí enfrentándose a las fuerzas de seguridad de su país.Es muy común ver esta imagen y pensar que
"no pasa nada, los palestinos lo tienen peor" cuando se es un superbecario como Escolar. En fin, sin comentarios.
Y por ello, para que la historia no se vuelva a repetir, hay que estar muy atentos a algunas actitudes que aplican nuestros políticos, periodistas y demás gente que tenemos que mantener. El silencio, es el peor de los enemigos de un pueblo.
Por lo que os dejo con el texto que me ha enviado uno de uno de nuestros compañeros de las
baldosas amarillas, que os podrá explicar esto mucho mejor que yo.

En esa cuesta abajo del filoterrorismo por el que se desliza tan gustosamente el gobierno español, se van superando etapas y refinando los aspectos cualitativos. Así, de la transigencia que se demuestra con ETA, se ha pasado a una admiración apenas disimulada por HAMAS o HEZBOLAH, grupos con mayor capacidad operativa y número de crímenes a sus espaldas. Si en el territorio nacional individuos como Josu Ternera van a convertirse en interlocutores válidos, con el incondicional apoyo de las huestes socialistas, también en el conflicto de Oriente Medio, personajes como el jeque Nasralah y otros dirigentes de similar pelaje están siendo legitimados, por el partido en el poder y su paniaguada camada de progres, no sólo para ponerlos a la par de políticos de un país democrático como Israel, sino moralmente por encima, confiriéndoles la categoría de víctimas , en un burdo e hipócrita ejercicio de antisemitismo, que intenta soterrarse bajo un falso disfraz de “anti-israelismo”. Estos que hoy se manifiestan “por la paz”,, las libertades y los derechos humanos, son los mismos que no salen de casa cuando en otros conflictos armados no intervienen los detestados (por ellos) USA o el Estado de Israel.
Estos que luchan por valores y principios tan dignos, son los que corean lemas que llaman al incendio de la embajada de otra nación, los que guardaron silencio cómplice cuando los disidentes soviéticos (en su mayoría judíos) eran liquidados, o cuando los kurdos fueron gaseados por el sátrapa iraquí, o cuando los bosnios eran masacrados y sus mujeres violadas, o cuando Rusia arrasó Chechenia, y no muestran ninguna sensibilidad ni solidaria empatía hacia los crímenes cotidianos en el Africa Negra. Por supuesto, tampoco abren la boca para criticar la política de redomados demócratas como Fidel Castro, el golpista Chávez o de los integristas clérigos islámicos en lo relativo a la homosexualidad, la libertad de expresión, de culto o la convocatoria de elecciones libres.. ¿Dónde está la valentía y el compromiso de Pedro Zerolo para luchar por los derechos de los homosexuales allá donde más son pisoteados? ¿No será que manifestarse contra una democracia como Israel no le confiere ningún riesgo y en los casos anteriores podría terminar confinado en un campo de concentración o colgado de una grúa en una plaza pública?. Lo tuyo sí que es valeroso compromiso, machote (éste término no va con segundas). Y lo mismo vale para esos actores y actrices que no tuvieron valor para alzar la voz contra ETA pero toman activas posiciones en guerras lejanas cuyo influjo no va a alcanzarles.
Con todo, lo peor de toda esta gentecilla de inteligencia menguada e hipocresía sectaria a flor de piel, es su cobardía, esa falta de coraje para decir: “Sí, yo soy antisemita”. Al contrario, se ofenden y tornan agresivos cuando se les acusa, en base a sus inequívocos actos, del ejercicio de tan detestable prejuicio. Así, hemos asistido a las amenazas, en plan matón de barrio portuario, que ese gran hombre de Estado como es el Sr. Moratinos, con luto rengueante desde la muerte del otrota hombre de paz llamado Yaser Arafat, lanzó al empresario Mauricio Hatchwell. De igual modo que no pueden esperarse peras del olmo, tampoco acierto y sentido común al pernicioso binomio: bobo solemne (Zapatero)- solemne bobo (Moratinos), que arrastra a España hacia la periferia internacional y la desunión interna. Quizás, en un futuro próximo, en España o lo que quede de ella, podamos pasear por la Av. Jeque Nasralah, sentarnos en un boulevard a leer junto a una estatua del citado Arafat o asistir a un partido de baloncesto en el Pabellón Municipal Hezbolah. Ya todo es posible, hasta lo que nunca hubiéramos imaginado: un presidente antisemita.
Escrito por
Carlos Paredes Leví.