Estamos casi en febrero, a un mes de las elecciones, y en vez de estar ilusionada, con anhelo de que de una vez Zapatero se vaya de la Moncloa, lo que me encuentro es una fase de desgana, apatía y desánimo. Y ya sé que se me da muy bien quejarme, eso no es una novedad, pero cada vez pienso más que, aunque la política sea un mundo apasionante, los políticos son una fauna digna de clasificar a parte.
Hoy mismo, al entrar en cualquier periódico digital, me encuentro con una promesa de Rajoy y otra de Zapatero para ganarse nuestro voto; como si fuéramos bobos, que nos creyésemos que van a hacer todo lo que nos prometen. En vez de eso, he recordado una canción cuyo título era promesas que no valen nada, muy apropiada para la situación.
Y tal vez, es que los españoles tenemos los políticos que nos merecemos, al ser un pueblo que sólo se preocupa de la política cuando aparecen las vacas flacas. No obstante, todavía estamos a tiempo: los senadores italianos nos han puesto el listón de denigración política bastante alto.
En fin...me pongo como meta de esta semana recobrar la ilusión...pero qué difícil será.