miércoles, 29 de agosto de 2007

Agrio retorno

Pues sí, me ha costado lo mio. Llevo unos días intentando asumir que no estoy en la playa y que todas las mañanas suena el despertador para decirme que de dormir nada, que toca levantarse. Por ello, he estado más ausente del blog con la ilusión de retrasar lo inevitable; eso, o hacía un agujero en la arena para negarme a regresar.

Aún así, a mi vuelta, he comprobado que todo sigue igual. He estado pensando en ciertas imágenes que salen por las telediarios, en las lágrimas que recorren las caras de la gente, en un sufrimiento exacerbado por el fallecimiento de una persona, que no sé muy bien qué conclusión tomar.



Y parece ser que en este país se vive mucho más que un joven futbolista, descanse en paz, haya fallecido en tan trágicas circunstancias, que otros aspectos de la sociedad ibérica. Siento mucho que una persona de tan sólo 22 años haya abandonado este mundo, pero nuestro comportamiento se asemeja más a un país de folclore, verbena y devociones injustificadas que a uno con un poco de sentido común.

Un placer estar de nuevo en casa, un abrazo a todos los amigos de las baldosas amarillas.

jueves, 2 de agosto de 2007

Sueños

No quiero dejar de pasar la oportunidad que me lanzó Freman hace unos días, sobre contar alguno de mis sueños. Y la verdad, en vez de dar la brasa con uno, me voy a atrever con dos; más bien para que os riáis de mí un rato antes de que el calor asfixie las neuronas en este sofocante mes de agosto .

Uno de los sueños más desesperantes que he podido tener, era que había habido un fallo en mi nota de selectividad, y en vez de haberla aprobado cómo previamente tenía creído, me decían que había habido un error, que de ir a la Universidad nada de nada, que tenía un suspenso como una catedral. Recuerdo que el sueño fue tan real, tan creíble, que cuando desperté lo primero que hice fue encender el ordenador para ver la nota por internet. Cabe decir que fui blasfemando en arameo al darme cuenta de lo boba que había sido al creérmelo...


El segundo, es más abstracto, tal vez carente de todo significado. Me persiguen, intento correr pero cada vez lo hago más despacio y es cuando llego a una especie de acantilado. Ahí, debo elegir entre lanzarme al vacío o dejar que me cacen. Y así me quedo, mirando el infinito, sin saber qué opción tomar, despertándome justo en el momento que el tiempo de tomar la decisión correspondiente se agote. Algún día sabré si consigo lanzarme a volar.

Después de esto, no tengo más que decir durante una buena temporada, las baldosas amarillas cierran hasta nuevo aviso: me voy de vacaciones, a descansar, desconectar y olvidarme de todo. Nos vemos a la vuelta, y un abrazo enorme para todos los compañeros de camino. Os dejo con una de mis canciones preferidas:



Espero tener los zapatos rojos relucientes en septiembre, o al menos intentarlo.