Tras leer ayer que habían detenido a un jefe de la Camorra napolitana en España, recordé el imprescindible libro de Roberto Saviano, Gomorra, cuya versión cinematográfica llegó a las pantallas hace unos meses. Esta organización mafiosa le ha puesto precio a su cabeza desde que se aventuró a escribirlo y su vida se ha transformado en un infierno en el que no puede prescindir de protección policial. Sabe que, más tarde o más temprano, pueden matarle.
El libro, de forma resumida, nos puede indicar hasta qué calado tiene la Camorra con sólo describir algunos asuntos:
- Desde 1980, ha causado cuatro mil muertos. Más que ETA, el IRA o las brigadas rojas.
- Es la dueña y señora de toda Napolés: desde el negocio de recogida de basuras, tráfico de influencias, drogas y de las propias calles. Quien quiere triunfar en Nápoles debe pasar directamente por caja.
- La alta costura italiana, la que te cobra mil euros por una mísera prenda, baja a Nápoles para hacer una subasta: la mejor oferta será la que realice la colección en la clandestinidad. Al menos no te mienten con el Made in Italy.
- La basura que recogen no es echada a un vertedero como el resto de Europa. Ha sido enterrada en los campos, en fincas abandonas, viejas canteras, etc. Esto ha provocado un grave problema medioamental, en especial a lo referente a contaminación del agua y de los suelos. Suelos donde pastan las vacas cuya leche produce la mozarella, o dónde se planta toda variedad de verduras y hortalizas.
- El turista que va a Nápoles lo primero que le advierten es que se guarde joyas, que no se pierda por las calles y que no vaya solo; que se quede cerca de los Carabineri o del ejército con sus metralletas.
Reflexiono sobre todo esto por dos motivos fundamentales: el primero, es que teniendo este problemón tan cercano geográficamente, la mayoría de los europeos lo desconocen y prefieren seguir haciendo tesis sobre conflictos más alejados como puede ser el de Oriente Medio; el segundo, porque me hace gracia cual es el origen del término camorra o camorrista.
Nápoles, antigua colonia española hasta el siglo XIX, heredó y mantiene varias costumbres nuestras- horas de comer, la personalidad de la "mamma" tan parecida a las madres ibéricas- y también el camorrista. El chulito, el guapo, el español que supervisaba las apuestas callejeras siglos atrás llevándose su porcentaje del tinglado.
Una de nuestras gloriosas herencias, lo que nos hace concluir que otra cosa no, pero dejar nuestra huella, personalidad y corrupción allá por donde hemos pasado se puede considerar como un hecho irrebatible.