miércoles, 5 de julio de 2006

Un cura rebelde.

Hoy, por diversos azares, he terminado viendo un poco del telediario de las nueve de TVE. Nunca se deben hacer excepciones en determinados buenos hábitos ,como es el de tener desterrada ese tonto monitor de mi vida, pero hay veces, que por mucho que queramos, nos saltamos ciertas costumbres.



Me imagino que entre la Garzonada, el horrible accidente de metro de Valencia, el viaje del Papa a España esta semana, e incluso, el dichoso mundial de fútbol con la selección en casa, daría más que suficiente para rellenar los minutos de ese informativo que cada día pierde más audiencia. Cual ha sido mi sorpresa, cuando a mitad del telediario, han contado durante un buen rato cómo una niña no había sido bautizada por un cura en Andalucía. Sí, la exclusiva con reportaje "a todo color" consistía en que unos padres se habían quedado 'plantados' ya que éste se había negado en el último momento a oficiar el sacramento. Los progenitores querían compaginar el casarse ellos por lo civil el mismo día del bautizo de la pequeña.

Y claro, algunos de ustedes pensarán que qué cabrón de párraco, negarse a introducir en la fé católica a una dulce criatura. Otros, que qué bien, así la niña se ha librado de entrar en una religión retrógrada, feminista y homófoba. Algunos, seguramente, que es más interesante el mundial de fútbol y que Chesk podría cambiar de tema, que éste es muy aburrido. Yo, sin embargo, he pensado que bravo por este señor. Últimamente, personas que reniegan de esta religión, que la atacan, y que precisamente no son los mejores amigos que el catolicismo pueda tener, bautizan a sus hijos, los llevan a colegios católicos, y les dan la comunión, simplemente por ser considerado un hecho social, prepararles una bonita fiesta, hacer unos espléndidos regalos y llenar bien las tripas.

Tal vez es que llevo leyendo estos días ciertos comentarios anti-todo que me hacen obtener una visión más radical del asunto, pero no puedo aceptar que se pisotee, escupa y margine a una institución para unas cosas y que se la acepte para otras. Lo siento por la niña, pero no por la madre cuya única preocupación era que había dejado plantados a los invitados...y el banquete pagado. ¡Qué horror!

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