martes, 27 de junio de 2006

Bombardear el cielo.

Recuerdo hace ya unos añitos, cuando vi la primera entrega de Matrix, cómo Morfeo relataba que los humanos habían terminando arrasando el cielo para eliminar la fuente de energía de sus enemigos las máquinas, y poder sobrevivir al yugo opresor de éstas. El que haya visto la película, sabe perfectamente que esa idea no nos salió muy bien a los Homo sapiens, y en vez de garantizar nuestra supervivencia, lo que hicimos fue condenarnos a una esclavitud eterna.

Como muchas veces la ficción se convierte en realidad, y la realidad se vuelve casi irreal, los humanos volvemos a bombardear el cielo, esta vez con fines más pacíficos, en post de nuestra supervivencia o abastecimiento de toda fuente de vida: el agua.
Y aunque sé que esto no es nuevo, ni ha sido inventado en el día de ayer, puesto que los israelíes lo han llevado a la práctica durante unas cuantas décadas, me ilusiona y aterra pensar que se puede llevar a cabo. Me alegra puesto que Esperanza Aguirre demuestra ser una mujer sin complejos, ni prejuicios, y que sabe poner soluciones a los problemas antes de que éstos se hagan prácticamente inevitables. No obstante, me entristece ver el aumento de la desertización en España, y que los políticos sigan discutiendo sobre estatutos, competencias y debates estériles en vez de estar poniendo freno a esta problemática (u otras).



No siempre podremos bombardear el cielo y no todos los problemas se pueden solucionar. A algunos, tal vez, llegaremos cuando el proceso sea irreversible.

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