Hace un par de semanas, nuestra compañera Militos nos contaba que iba a pasar unos días en Ceuta y que a su vuelta nos relataría qué tal anda la cosa por allí. Todos sabemos que las dos ciudades autónomas que tiene España en el norte de África son un objetivo directo y primordial del gobierno de Rabat y del Islam en general, que no soporta que haya presencia cristiana en ese continente. Bueno, en realidad no consiente que existan no musulmanes en ningún lugar del planeta, pero ése es otro tema.
Ceuta y Melilla, son las que sufren en primer grado las consecuencias de una politica de inmigración nefasta, inapropiada y de plastilina -inclusive el PP que gana allá con mayoría absoluta-, sumada a una pequeña gran invasión silenciosa que está produciendo que, poco a poco, se vayan formando barrios musulmanes donde los españoles no sean bien aceptados y la policía no pueda pasar.
Y, para los que crean que exagero, sólo hace falta echarle un vistazo a la prensa de hoy. La policía sufre hasta una emboscada tipo jolivud en el barrio de El Príncipe:
Se supone que, ante un problema de tales características, se deben tomar soluciones apropiadas y sin que tiemble el pulso. Tal vez, para evitar follones, tendríamos que haber hecho caso a Chirac y dar a Rabat - a cambio de nada - Ceuta, Melilla y el Perejil, y Al-Aldalus cuando lo pidan o se les termine de encaprichar; o quizás, en vez de seguir sometiéndonos a los designios de una masa de fanáticos intolerantes, deberíamos empezar a demostrar que nosotros, de vez en cuando, también sabemos defender lo que es nuestro.
Mientras tanto, que cualquier director de la meca del cine baje al sur de Eurabia y se inspire en una divertida noche ceutí para su próxima película. Tendrá violencia, delincuentes, polícias, intolerancia, fanatismo y , seguro que si rebusca, hasta sexo. Lo ideal para un éxito de taquilla; al menos, que alguien saque beneficio de todo esto.
Mientras tanto, que cualquier director de la meca del cine baje al sur de Eurabia y se inspire en una divertida noche ceutí para su próxima película. Tendrá violencia, delincuentes, polícias, intolerancia, fanatismo y , seguro que si rebusca, hasta sexo. Lo ideal para un éxito de taquilla; al menos, que alguien saque beneficio de todo esto.
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