Ayer hace setenta y cinco años, que las mujeres fueron llamadas a votar por primera vez en la II Republica Española, por cierto que para después perder este derecho a manos del franquismo. Hay que decir que ya habían podido hacerlo, solo las solteras, no fuera a ocurrir que las casadas disgustaran al marido, en la época de Primo de Rivera, pero fue a comienzos de la República cuando se nos reconoció la totalidad de nuestros derechos.
El periplo de las feministas españolas fue ligeramente distinto al del resto de países europeos, debido seguramente al retraso que sufría el país en todos los campos, y el de las mujeres no iba a ser una excepción. Después de este tiempo, me pongo a analizar los grandes logros conseguidos en el último siglo y, como casi siempre, me indigno ante ciertas manipulaciones históricas que hoy por hoy se venden como verdad absoluta.
Porque la izquierda de este país ha hecho suya la promoción de todos estos avances creando otra falacia mas de las muchas que hay que soportar en boca de todos aquellos que llaman ultras o extremistas y yo qué sé qué más gilipolleces a quienes les replican, y todos aquellos que atacan en sus discursos públicos a quienes les llevan la contraria.
Como muestra objetiva de que los extremistas fueron ellos, recuerden a Victoria Kent y Margarita Nelken - gran responsable de la funcionalidad del sistema de checas en la guerra civil y de la matanza de Paracuellos del Jarama- ambas, diputadas socialistas que se negaron a la idea de la emancipación femenina largando los siguientes argumentos:
O sea, para estas dos mujeres socialistas y progres, no era válido que ciertos prototipos de féminas votasen por la influencia que pudiese tener el confesor en sus opiniónes, o dicho de otro modo, no eran validas todas aquellas que no votarían a la izquierda y por tanto no contribuirían a eternizarla en el poder. Y tuvo que ser Clara Campoamor, miembro del partido radical, la que luchase por la idea de que las mujeres, independientemente a la clase social a la que perteneciésemos, éramos iguales ante la ley y tan aptas como los hombres para ejercer nuestro derecho al voto.
Siempre se suele decir que la Historia pone a cada uno en el sitio que le corresponde. No obstante, esto no ha ocurrido en España, donde a los genocidas se les nombra honoris causa en las facultades y a los que no han luchado nunca por un ideal, hasta se les otorga una medalla por ello.
Siempre se suele decir que la Historia pone a cada uno en el sitio que le corresponde. No obstante, esto no ha ocurrido en España, donde a los genocidas se les nombra honoris causa en las facultades y a los que no han luchado nunca por un ideal, hasta se les otorga una medalla por ello.
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