Doy por sentado que de lo acontecido el dos de mayo de 1808 quedan muy pocas cosas en España. Una, es este cuadro, que el que más o el que menos lo habrá visualizado en alguna parte.
Y otra, como es habitual en Iberia, es el puente que nos permite irnos de vacaciones sin saber muchos qué celebran. Esta vez no seré pringui y me uniré a la festividad colectiva. Espero al menos recordar qué es lo que ocurrió hace doscientos años y el por qué me han dado esos días de fiesta. Algo es algo.
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