jueves, 2 de noviembre de 2006

Hombres maltratados, otra realidad paralela.

«Primero fueron los insultos y las vejaciones, luego los escupitajos, los tortazos y los puñetazos, hasta que un día trató de clavarle un cuchillo para matar...»
Si leemos únicamente esta frase, nos imaginaremos el típico caso de violencia doméstica que vivimos en nuestro país. Otro hombre inhumano, que se cree en posesión de la vida y futuro de su mujer, y que quiere matarla antes de que le abandone; sin embargo, la cita corresponde al caso de un varón que ha sufrido agresiones físicas por parte de su mujer. Sí, existe el mundo al revés.

En España tenemos más de dos mil casos de violencia ejercida por mujeres que, algunas veces, puede llegar hasta el asesinato del hombre. Éstos reciben insultos, arañazos, golpes, puñetazos, hasta que alguna le da por coger el cuchillo y que la historia acabe de una vez.

Cuando el maltratado va a la policía a denunciar el hecho, se encuentra con lo siguiente:
«en las comisarías los tachan de calzonazos, los humillan, se ríen de ellos y en muchas ocasiones no les aceptan las denuncias alegando que es imposible que una mujer pueda agredir a un hombre. Intentar convencer a un hombre para que denuncie es muy complicado, supone saltar unas barreras sociales casi infranqueables»
Rechazo social, incredulidad, calzonazos, falta de virilidad y cara de asombro por parte de los guardias que atienden la denuncia. Aun así, ya ha habido más de un caso donde la mujer ha sido condenada por la justicia.


Mujeres inseguras, violentas, mediocres, déspotas, egocéntricas, acomplejadas, que ante la imposibilidad de llevar a cabo una relación normal, utilizan todas las medidas de maltrato físico y psicológico que tienen a mano hasta que pierden totalmente el control y todo termina en una desgracia.
«Ella estaba convencida de que tenía una amante, le comían los celos si llegaba cinco minutos tarde del trabajo. Su obsesión se convirtió en una enfermedad, le daban ataques, me arañaba, me lanzaba objetos y me golpeaba con el móvil en la cabeza, no la podía controlar»,
Por lo que se ve que, nadie, ningún género, o grupo social, está exento de ser un maltratador. Lo único que unos lo hacen de manera más ruidosa que otras; sólo es cuestión de poner bien el oido y saber escuchar al que quiere hablar.

Nota: nunca os fijéis en una noticia de La Razón; al pasar una semana desaparece del servidor y sólo nos queda el caché de google. Por eso el enlace es tan extraño.

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