martes, 6 de junio de 2006

El día de la...

Siempre se ha dicho que el hombre deja antes de creer en Dios que en el diablo, o que el mayor triunfo de éste, es hacernos creer que Él no existe. El miedo nos atenaza más que la sensación de bienestar, y claro está, no estamos los humanos para ponernos a vencer nuestros temores más internos, ni mucho menos el mundo está repleto de valientes.

Mis conocimientos sobre teología no es que sean muy extensos, pero hoy me he quedado a cuadritos al leer la prensa o escuchar la radio, y ver qué noticia están dando una y otra vez:


Los más supersticiosos o crédulos están, o bien atemorizados, o bien preparando sus actos incalificables, pensando que hoy es el día de reencarnación del culpable de todos los males.Ya lo cantaban los Rollin' en Sympathy for the devil, desde Pilatos hasta los Kennedys, pasando por los Zar… él siempre estuvo allí.

No obstante, me ha resultado curioso, que un mundo cada día más pagano, con menos creencias y con mayor dificultad para reconocer y sentirse orgulloso de sus raíces judeo-cristianas, esté celebrando a su manera lo escrito hace dos mil años por un tal Juan en el libro del Apocalipsis.

Ignorar la existencia del bien, pero atemorizarnos ante la presencia del mal. Tal vez estas celebraciones se deban únicamente a que por narices hay que hacer algo novedoso, o que hay mucho loco suelto por centímetro cuadrado, pero qué quieren que les diga, cada vez me sorprendo más de las cosas que podemos llegar a hacer, e incluso, de cómo los medios de información son los que publicitan estas prácticas. Porque seguramente, si el diario El Mundo no hubiera sacado una página entera al evento, yo sólo hubiera pensado que hoy es un día sofocante de junio y que queda menos para alcanzar el anhelado fin de semana.

Ya veo que todavía necesitamos algo en que creer, aunque sea en el diablo más diablo de toda la historia.

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