miércoles, 21 de junio de 2006

Hasta borracho se cobra.

Ayer Freman comentaba con un buen cabreo, que en este país te puedes ir a la cárcel por conducir a más de noventa kilómetros por hora en zona urbana, y si eres terrorista, hasta algunas hienas te regalan rosas blancas. Algo similar he pensado yo hoy, cuando he leído en mi siempre recurrente sección de sociedad de LD, que un trabajador va a recibir una indemnización millonaria a pesar de que iba más borracho que una cuba:
El Tribunal Supremo ha confirmado una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias que desestimó la pretensión de dos empresas de dejar sin efecto el pago de una indemnización de 168.800 euros a un gruísta que quedó parapléjico tras sufrir un accidente en la obra en la que trabajaba en Oviedo y que se debió a la ausencia de medidas de seguridad. El alto Tribunal no tuvo en cuenta que el trabajador presentaba un índice de alcoholemia de 3,84 gramos por litro en el momento del siniestro.
Si cualquiera de nosotros tiene algún incidente en la carretera, aunque no sea nuestra culpa directamente, con una tasa de alcohol de 3.84 gramos por litro, seguramente nos pondríamos a pensar en algún tratamiento para la alopecia que tenemos que empezar a tomar, puesto que se nos va a caer el pelo, arruinado la vida y no saldremos de juicio en juicio, independientemente de que haya sido el otro conductor el que se haya saltado un stop.

No obstante, parece ser que en el mundo laboral esto no ocurre. Un currante, en horario de trabajo y encima construcción, se puso a manejar una grúa con tal estado de alcoholemia que se ha quedado parapléjico. Me imagino que este buen hombre se estará acordando de las copas que tomó de más, de el porqué tuvo que manejar semejante trasto enorme cuando no estaba en condiciones para ello en vez de irse a su casa a pasar la mona; quizás, si hubiese estado sereno, hubiera avisado a su encargado y notificado las deficiencias de seguridad, o tal vez, hubiese sido mucho más consciente de qué tipo de tarea estaba realizando.

Lo que está claro es que con esa sentencia, en vez de justicia, se ha hecho demagogia. En España, se recompensa a los que se saltan las normas a la torera y se castiga a los más inocentes. Sólo sirve de ejemplo el caso de este pobre hombre, o ver a simple vista qué política de pandereta aplica ZP todos los días.

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