viernes, 30 de marzo de 2007

Soledad

No sé como se llamaba, ni qué le ocurrió exactamente, por lo que me permito divagar un poco. Pienso que llegó a su casa, cenaría, se ducharía, vería un rato la televisión; la apagaría ante el aburrimiento que ésta genera; bebería sin parar y cuando ya no quedaba más aguante se tiraría en su cama para intentar dormir. Y ahí se quedó, cerró los ojos y no volvió a despertar. Nadie se dio cuenta de que él faltaba; ni prestó atención de por qué ya no aparecía por sus lugares habituales, ni subía y bajaba las escaleras de su portal.  

Se  tiró muerto siete años hasta que una vecina llamó a sanidad por los malos olores. Tantos años es un tiempo demasiado grande para que ni tus acreedores se acuerden de ti; los seres queridos me imagino que no los tenía. Debería ser algo desconocido para él.  

También, puedo pensar en el caso de una madre longeva, con un hijo discapacitado que cuida con esmero. Lo que ella no sabe es que va a fallecer por causa natural en su casa y su hijo, al no ser atendido por nadie ni tener contacto con más personas, morirá por inanición . Sí, de hambre, un suceso prácticamente desaparecido en España.
 

 
Y así, podría relatar más casos de personas que cierran los ojos  y no vuelven a abrirlos pero que nadie pensará qué demonios ha sido de ellos. Ni hijos, sobrinos, primos, amigos o hermanos. Viven en un estado de soledad donde poco importa qué pasa con ellos y con sus sentimientos.  

A esta situación no se llega de la noche a la mañana. Familias con uno o dos hijos que cada uno puede tomar su camino y no volver más; venta por los medios de comunicación de que las personas exitosas son esos profesionales sin vida ni familia; situaciones en la que se hasta se admira a la persona solitaria como modelo a seguir.  

Se olvidan de contar que, pasados los años, estos lobos solitarios - o que han vivido tragedia tras tragedia -pueden morir en su domicilio y nadie darse cuenta de que ya no están; sólo los malos olores avisan de que una persona se ha ido y ya no volverá jamás. Mala forma de dejar este mundo.
 
 

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