lunes, 2 de abril de 2007

¡Olé sus...!

Observen bien esta imagen, aunque me imagino que muchos de ustedes la han podido visualizar en algún que otro periódico digital. Es una estructura indeterminada rodeada de una gran excavación que la mantiene aislada del exterior. Como una fortaleza sitiada de la que no existe escapatoria posible; en vez de retros, podemos imaginarnos arqueros y una caballería dispuesta a atacar.
 


 

Pues esta figura es la casa de un ciudadano chino de cincuenta años llamado Yang Wu. Su situación es derivada de que no le da la gana vender su casa a unos grandes promotores que quieren construir ahí un centro comercial, urbanización o lo que se precie. Yang, atrincherado en esas cuatro paredes sólo atina a decir lo siguiente:
 

«Si nadie lucha, el concepto de Justicia se verá dañado porque la ley salvaguarda la propiedad privada»
 

Y tiene razón, si en un país como China, en el cual el que no se arrodilla ante el gran poder es eliminado o mandado a la cárcel de por vida,  los pocos derechos que se tienen son pisoteados y nadie lucha por lo que les pertenece, se llegará a una situación eterna donde los opresores seguirán aplastando a sus víctimas sin ningún tipo de miramientos. Son personas como este hombre los que con su esfuerzo y sacrificio consiguen que las injusticias se mitiguen, y los tiranos tiemblen; porque que nadie se engañe, el poder no es eterno, ni siquiera cuando se alimenta del miedo.
 

Mientras a occidente llega este estremecedor testimonio de lucha por las libertades individuales, la jefa de nuestro gobierno de cuota, la señorita De La Vega, llega a China en viaje oficial. Seguro que no se interesa por este suceso ni por el futuro que tienen las niñas chinas antes de nacer; no es recomendable enfadar al gigante chino.
 

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