miércoles, 17 de mayo de 2006

Fútbol, fútbol, fútbol.


Todos sabemos que el fútbol, a parte de deporte, es un buen negocio. La cantidad de dinero que éste mueve en los paises occidentales nos puede quitar la respiración a más de uno. Además de eso, alimenta las ilusiones de mucha gente que, domingo tras domingo, espera la victoria de su equipo preferido, o la derrota del más odiado en muchos casos.

No obstante, tras años habiéndome tragado la crónica deportiva, nunca había visto que provocara el asalto e intento de robo de un ayuntamiento. Ocurrió ayer en Francia, unos encapuchados entraron en el consistorio y retuvieron a los concejales, con la buena idea de robar entradas para el partido de hoy de la Champions, FC.Barcelona-Arsenal, y luego revenderlas en el mercado negro por el módico precio de mil o dos mil euros...cada una.

Cada persona gasta su dinero en lo que le place, pero yo he pensado, que si me daría la locura de gastar mil euros en ver cómo pierde el Barcelona (puesto que hoy animaría al Arsenal, cuestión de ser anticulé); si invertiría hasta más de doscientas mil de las antiguas pesetas en noventa minutos de mi tiempo, o en ver a veintidos hombres dando patadas a un balón. Mi respuesta mental ha sido la que os imagináis...no tengo otra cosa mejor qué hacer, sin embargo, hoy habrá muchas personas pegadas al televisor, con taquicardías agudas, y que darán saltos de alegrías - o vertirán lágrimas- al finalizar un simple partido.

Tal vez sea bonito el escapar de la realidad únicamente por un deporte pero creo que todavía yo no le he cogido el puntillo a este tipo de evasiones. Intentaré no enterarme del resultado, anécdotas o goles de hoy, aunque sé a priori que será muy díficil. Nos toca fútbol para días y días.

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