sábado, 18 de marzo de 2006

Los hombres, más infieles que las mujeres.

Nuestros bolsillos suelen financiar todo tipo de estudios variopintos. Desde si la cucaracha malaya tiene tres patas o cuatro, a si nos gusta levantarnos a las tres de la mañana o a las tres y cuarto en los días de luna llena. En este caso, se ha realizado un estudio que trata sobre si los hombres son más dados a poner los cuernos que las mujeres, cuyos resultados han salido poco sorprendentes, es decir, lo que más de una mujer sabía:
De acuerdo con una comparación de estadísticas de varios países occidentales, realizada por el doctor Frank Pittman (referente de prestigio internacional en terapia familiar), la infidelidad involucra a un 50% de los hombres y entre un 30 y un 40% de las mujeres que están en pareja.
O sea, que aunque a las mujeres no se nos da mal eso de ser infieles a nuestras parejas, los hombres nos ganan. Además, si seguimos leyendo, vemos cómo los varones no dan tanta importancia a echar una canita al aire, mientras que el 82% de las féminas lo que más les dolería de sus parejas es que se enamorasen de otras personas frente al 52% de los hombres. A éstos, lo que más les mortifica es que su pareja tenga un encuentro sexual...

Mientras unos, no podrían soportar que su mujer se acostase con otro, no les importa en tal grado que se enamoren si no hay sexo por el medio, mientras aquí las mendas, que nuestra pareja quiera a otra persona nos puede provocar un colapso emocional. Curioso ¿no? Parece ser, que tenemos formas distintas de ver las cosas, no es que sea malo, simplemente existe una línea que marca una diferencia. Para unos, ser infieles en el campo sexual es un ultraje, y para otras en el emocional. A nosotras que nos dejen de querer puede ser lo peor que nos pase, ellos, es que les traicionemos en la cama.

Tal vez el varón no da tanto en una relación mientras que la mujer echa toda la carne en el asador y puede llegar un momento en que se queme con sus propias ilusiones. El hombre, aunque se enamore, puede tener otras cosas en la cabeza, seguir con sus perspectivas y no dar tanta importancia a ciertos asuntos que para una mujer seguramente sí que serían vitales. Ya sé que generalizar es horrible, y a veces nos puede salir el tiro por la culata, pero tanto por nuestra propia cultura, costumbre o vete tú a saber qué, nosotras seguimos pensando en sueños utópicos y mostrando debilidades cuando el amor se cruza en nuestros camino. Tal vez esas diferencias, las discrepancias, sean el encanto de las relaciones de pareja, y la razón por la que el amor pueda mover el mundo, pero a veces éstas pueden provocar el desquiciamiento de más uno.

Y que tire la primera piedra el que no se haya desquiciado alguna vez...

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