jueves, 28 de septiembre de 2006

Lexatín y asociados.

En las tierras ibéricas existe un consumo de ansiolíticos correspondiente a dos millones y media de personas; considerando que ya vamos para cuarenta y pocos millones de españolitos (o indeterminados) me parece una cifra  rídicula y no tan alarmante; con la cantidad de disgustos que nos da nuestro medio ambiente cada día, hubiese apostado por unos cuantos millones más.

Estos datos en sí no me han llamado la atención, pero sí que siete de cada diez consumidores habituales de tales medicamentos sean precisamente mujeres. Según los expertos, las causas pueden ser las siguientes:
"aunque no sabemos con exactitud el por qué de que sean las mujeres las que más consumen este tipo de medicamentos, entre las hipótesis que barajamos se encuentran el que sean éstas en las que recaiga, en muchas ocasiones en solitario, la carga familiar, además de su jornada laboral".
Será la típica excusa, pero es una excusa muy buena. La mujer española no se resigna a perder su puesto habitual en su casa - donde ha estado durante bastantes años, por cierto - y ha decidido partirse en mil trocitos; compatibilizar el trabajo con el cuidado de toda tu progenie puede provocar más de un ataque de estrés y de ansiedad cuya forma más fácil de erradicar es solicitando ayuda a nuestro amigo lexatin y asociados.

Además, nuestro amigo lexatin es una persona muy fiel; no hace preguntas, no te cuestiona, no te mira raro cuando quieres dar cabezazos contra la pared y - lo mejor de todo - es que te proporciona la tranquilidad y bienestar que otros precedentes te niegan. Demasiado tentador para decirle que no, ¿cierto?.

Pero, de cualquier manera, siempre seguirá existiendo el problema, nunca dejarán ciertas cargas de ser demasiado pesadas,  y ninguna mujer podrá eliminar su particular conflicto interno corriendo hacia la farmacia más cercana. Como suele pasar siempre, a ciertas amistades peligrosas conviene tenerlas lejos en algunas ocasiones.

...y, mientras el mundo sigue girando, las farmacéuticas continúan haciéndose de oro y muchos se divierten en ver cómo veintidos tíos dan patadas a un balón. Qué bello es vivir.

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