martes, 19 de septiembre de 2006

Ser un hijo de puta

El título del post se ajusta a la realidad de lo que os voy a describir. Existen muchos tipos de hijos de puta - miren a su alrededor y seguro que encuentran alguno - pero hay un prototipo que mi forma de ser y de pensar me impide tenerlo cerca , o en su defecto, ni poder mirarlos a la cara: son los desalmados que maltratan a los animales indefensos; los que ahorcan a los galgos, los que abandonan a sus perros cuando llega el verano puesto que ya no sirven de juguete, o los que les producen cualquier tipo de daño a un animal.

La semana pasada, todos los telediarios nacionales abrieron sus noticias con el siguiente video:



Abstenerse de verlo personas con alta sensibilidad.

Un hijo de puta, oriundo de Galicia, había apaleado a su perro hasta la muerte porque se comía las gallinas. Fue grabado por su vecino y condenado a una multa no muy elevada. Sin embargo, el asunto no finaliza ahí; lo que realmente enciende la cólera de cualquier persona con sentimientos es que, en el juicio que se iba a celebrar entre el denunciado y denunciante, los propios vecinos de este salvaje le apoyaban y atacaban a la persona que lo había delatado:
Grabó con vídeo el momento en que un vecino golpeaba salvajemente a su perro. Con esa imagen logró que la Justicia retirase los animales al maltratador. Ahora quien sufre amenazas es él y sus animales. El perro del denunciante ha aparecido muerto, ha ocurrido en Ribeira, en A Coruña.
Incomprensible, insólito, indignante e inimaginable. Díganme ustedes qué podemos esperar de una sociedad que voluntariamente se pone de lado de un individuo capaz de matar a un animal a palos y que no muestra ni el más mínimo arrepentimiento de ello.

Luego que nadie se sorprenda cuando nuestros gobernantes dan su apoyo moral a toda la chusma del planeta. Al fin y al cabo, no actúan de manera distinta a muchos de nosotros.

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