sábado, 23 de septiembre de 2006

Salvador, más cine español.

Hace unos días, se seleccionó para los Oscar 2007, las tres cintas españolas que optan al premio a mejor película extranjera; entre ellas se encontraban Alatriste, Volver, de Pedro Almodovar, y Salvador. Comenté ya hace algunas semanas mi opinión sobre Alatriste, y en el futuro, tal vez pueda hablar de Volver y todo lo que me hizo sentir cuando la vi; por primera vez, sin que sirva de precedente, Almodovar me convenció en una de sus películas y me hizo emocionarme en varias de sus escenas.

Me faltaba por ello la tercera en discordia, Salvador, la cual fui ayer a ver al cine con más miedo que emoción; que me gustara Volver y Alatriste era demasiado para el rancio cine español, pero que Salvador me convenciera era pedir demasiado.



Tengo la misma sensación que cuenta Elentir: no sé muy bien qué decir, ni cómo empezar a describírosla. La cinta nos relata la historia del anarquista Salvador Puig Antich, uno de los últimos condenados a muerte por el franquismo, desde sus inicios en movimientos de ultra izquierda, a sus últimos días esperando a ser ejecutada su pena de asesinato a un guardia civil por el cruel garrote vil.

Como en todo este tipo de películas, al principio nos vende una serie de tópicos políticos que a más de uno nos provoca una buena carcajada al escucharlo; frases como queríamos cambiar el mundo, en una España donde todo el mundo vivía de rodillas - díganselo a Cebrián, Director de El País y último director franquista de los servicios informativos de RTVE - o la utilización de la violencia es la única forma para derribar al régimen. Tópicos para legitimizar todo lo que haga, diga o crea la izquierda muy vistos, y demasiado usados.

Salvador Puig Antich

En la segunda parte de la película, la alta carga política cambia totalmente a un cine de emociones, sentimientos y relaciones humanas. Las escenas de Salvador con sus hermanas, o con el guardia que es el encargado de vigilarle, tienen una alta concentración de algo indefinible que te va sumergiendo en la pantalla.


Tal vez, lo que más me llamó la atención, fue una de las frases que dice una de las hermanas mayores de Salvador en una carta:
"La muerte de Salvador ha conseguido despertar la conciencia política de este jodido país, algo que es muy difícil".
Bien porque esté de acuerdo con tal afirmación, o porque me hiciera pensar, que quizás, actualmente, sigamos viviendo de rodillas voluntariamente como hace treinta años; tal vez a los españoles nos guste que nos digan cómo debemos ser y qué tenemos que opinar como en el franquismo. Me quedaré con la duda.

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