miércoles, 21 de febrero de 2007

Numancia. La última llama

Las veces que me he paseado por Soria, o sea, una, recuerdo y confieso que iba buscando en las caras de las gentes la huella de aquellos antiguos, aquellos resistentes insumisos, sin darme cuenta de que tal vez aquella sangre ibérica se derramó en esa guerra para siempre.

Estamos en el año 134 antes de la Era Común. Los romanos viven un poco mosqueados. ¿Qué por qué? Porque recién han matado a un tal Viriato, o lo han hecho matar y no se sienten muy bien. Viriato era el espíritu del guerrero triunfante, duro, como lo eran todos en aquella época, que pasó de cazador a bandolero esquilmando las colonias romanas asentadas en la península después de las guerras púnicas. Cuentan los que se dedicaban a escribir todo lo que veían, y lo que no veían, también, que no consentía desmanes ni violaciones... en fin, que Viriato, el pastor lusitano, iba de legal. Poco a poco empezó a acumular éxitos y captar adeptos contra Roma, tanto así que los romanos, muy en su estilo, le prepararon la puñalada trapera con ayuda de sus allegados y además, dicen, fueron morosos a la hora de pagar traidores.

Viriato también pactaba y eso. Y por aquella época pactar, créanme, era ser blando de verdad, no es como ahora, que pactar se les ocurre a todos, aunque luego no se llegue a mucho. A su muerte, dejo tras de sí una leyenda que caló hondo en los arévacos, tribu llena de fervor antirromano, celtíbera, con unos diez mil habitantes en la ciudad cerro llamada Numancia.



Entre numantinos, amigos y seguidores del lusitano, su esposa Ada y sus hijos etc, se había montado ahí, en Numancia, un microimperio de fieros insumisos que obligaron a los romanos a acampar a veinticinco mil guerreros por la zona sitiando la ciudad en compañía de poetas, cantores, putas, echadores de cartas, además de la consabida soldadesca. Por haber, allí se habían convocado hasta una manada de elefantes que atendían al mando de un tal Yugurta, un tío que después de la faena en Hispania mató a todo el mundo para quedarse con el trono de Numidia, algo así como el Marruecos actual, pero sin Islam. Yugurta que por cierto, si lo llega a saber no habría ido, ya que años más tarde murió de forma similar a los numantinos y encima prisionero de Roma.



Roma entendió bien que Numancia podía acabar con muchos de ellos, así que, Escipión, al mando de la cosa, redujo gastos tontos en sus legiones y aisló definitivamente la ciudad rodeándola de armamento e intentando matarles así de hambre y necesidad. Nadie podía ayudarles, ni alimentarles sin ser cruelmente ajusticiado y tampoco nada podía convencerles de entregarse como esclavos. A los ocho meses de combate y asedio, Numancia no hablaba, no gritaba. Los numantinos se habían suicidado, matado unos a otros, o habían muerto de hambre o de pena. Quedaban algunos vivos, hechos cisco, que decidieron que el fuego sería su último acto de libertad. Los romanos ya se habían gastado mucha plata en las guerras, todo había terminado.

Numancia fue un suicidio, un ideal, o un símbolo de vida o desesperación y muerte. España debería recordarlo como el espíritu de lo que fueron sus raíces, como el honor, la defensa, etc, que fue para los dominadores la necesidad de no dejarse ni una brizna encendida y apagar hasta la última llama.

¿Moraleja? Pues eso. Que Roma aunque resistió algo más , finalmente también se vino abajo, corriendo la misma suerte que Numancia.

Publicado originalmente en Nunca Caminaremos Solos.

Escrito por Cruzcampo

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Quería darle las gracias a Cruz por dejarme "robar" post así de vez en cuando sin darme una colleja por ello.

He traido este post, precisamente ayer, porque creo que el ejemplo de Numancia, de nuestra resistencia, es un buen homenaje a lo que le ha pasado a la soldado española fallecida ayer.

La cuestión es resistir, aunque no siempre se consiga el resultado esperado ni deseado.

Anónimo dijo...

Apiano, el escritor romano, describe a Escipión frente a los rescoldos de Cartago, la ciudad que acaba de destruir. Y nos dice que estaba tan profundamente conmovido que no pudo contener las lágrimas y comienza a llorar. Pero no lloraba por el dolor infligido a los cartagineses, sino por el que intuía que un día caería sobre Roma. En la tragedia de Cartago vio, más que a su propia mano de general romano, al destino que la había dirigido. Comprendió que ese destino era el auténtico señor de los hombres. ¿Qué había sido de Ilion, de los Asirios, de los medos, de los persas? Volviéndose hacia Polibio, Escipión reconoció que había llorado por Roma. Era a los romanos a quienes veía en los cuerpos carbonizados de los cartagineses. Eran las ruinas de Roma las que imaginaba calcinadas ante sus ojos. Era a un general extranjero a quien temía cuando se sentía a sí mismo. Tarde o temprano también las murallas de Roma serían derruidas .

Anónimo dijo...

:) Esta es la mejor demostración de que todo lo que es tradición, comenzó siendo novedad. Y en muchos casos, novedad rechazada y combativa. El mismo tesón con que nos opusimos a los romanos, lo aplicamos luego para echar a los árabes, pero también para oponernos al renacimiento y la reforma. Y ahora a la globalización que nos parece una americanada.

La clave y la trampa, como casi siempre, se ocultan en el lenguaje. No "nos opusimos": ellos se opusieron. Nos gusta estirar nuestras vidas en el tiempo y creer que hace dos mil y tantos años existía una semilla nuestra. Y como las semillas no tienen piernas, pensamos que somos los numantinos asediados, cuando en realidad es mucho más probable que, de haber sido algo entonces, fuésemos los romanos.

:) Con lo complicado que es ser simplemente Freman Bregg en el año 2007 del señor de los cristianos...

Anónimo dijo...

Gracias Chesk, por ese recuerdo a la soldado fallecida tan lejos de su patria. No sé si se puede decir que haya muerto por España pero lo que es seguro que murió por la Humanidad. ¡Gloria y Honor para ella!

Anónimo dijo...

La vida es tragedia y épica, el día después del miércoles de ceniza, y tras ver lo que depara la historia (bellísimo relato), sabemos que somos polvo, lo interesante es que seamos polvo mas polvo enamorado.

Anónimo dijo...

Diario de un burgense - Numancia

Espero que os guste...

Saludos.

Anónimo dijo...

Precioso hilo, especialmente su último párrafo. Además habla entre otros de Viriato, el caudillo a quien los Zamoranos debemos nuestra bandera. Y eso quieras o no, te llega.

Magnífica aportación Cruzcampo.

Anónimo dijo...

Sinceramente el que las mujeres sean soldados, no acaba de convencerme, no obstante está murió en acto de servicio y era ese su deseo más ferviente frente a unos padres que intentaron disuadirla, brindo por su tesón y su esfuerzo personal y siento su muerte.

Con respecto al post me ha gustado, soy de una tierra donde se valoran los episodios heroicos de Viriato y Numancia "por encima de todo" , pero en cierto sentido me alegro de que Crucampo en su visita a la austera Soria no llegara a percibir el espíritu insumiso, belicoso y guerrero del Celta, Ibero, Astur o Veton que poblaron nuestra península en aquellos días de Dios, es un alivio que no sigamos igual.

Y no puedo remediar ponerme del lado del “Imperio”, ahora y antes de niña, parece ser que efectivamente Viriato fue un buen Jefe militar que además era capaz de repartir muy bien los botines de guerra, pero estas cualidades no fueron suficiente y cuando escucho eso de que “Roma no paga a los traidores” siento que Roma era y estaba muy por encima como civilización de la cultura que existía en Hispania.

Siento que Viriato teniendo esas actitudes le faltó ser lo suficientemente inteligente como para rodearse de gente noble y leal como en otra época hiciera otro de los grandes Arturo y la leyendo de sus caballeros.

No quiero con ello menos preciar estas dos gestas de nuestra historia no en balde Roma tardo dos siglos en romanizar Hispania pero si comentar que creo que se exagera esa imagen guerrera, de ferocidad, valentía y arrojo de la sociedad celtibera a costa de eludir tratar otros factores que seguramente también estaban importantes como diplomacia, relaciones comerciales, exogamia, etc…

En definitiva que con esto, lo que quiero decir es que con todo el respeto, discrepo en el sentido de que no tengo claro que ser soldado sea una buena profesión para la mujer y también en eso de que Viriato y su gente fueran tan bravos o al menos mas bravos que los Romanos.

Saludos
Sra. Gaytán

Anónimo dijo...

Gracias , tienen todos razon.

En realidad no sabemos seguro lo que paso, pero debio costar lo suyo reducirles y esas cosas siempre quedan en la memoria y se transmiten.

Si en realidad da igual estar de un lado o del otro, lo que importa es que en el momento, o te entregas o resistes, y tambien se aprende que los grandes pueden acabar cayendo por las mismas razones que los pequenios.

Anónimo dijo...

Comprendo, Sra Gaytán, su punto de vista respecto a las mujeres soldados pero no sabe el magnífico resultado que están dando. Son un auténtico ejemplo para muchos militares, con una entrega y un cumplimiento del deber magnífico. Y por otro lado si ellas están dispuestas a asumir el compromiso con esa profesión,con sus riesgos e incomprensiones, hay que aplaudirlas. Es otro de los logros de la mujer de este siglo.

Anónimo dijo...

Me alegra que me lo digas Militos, no se como funcionan en realidad, el otro día hablaba con un amigo militar y nos comentaba que físicamente pasan muchos apuros para estar al mismo nivel que los hombres, en ese sentido lo comentaba, de todas formas siempre está bien ir modulando el "prejuicio" que en este caso puedo tener, yo desde luego nunca sería soldado.

Sra. Gaytán

Anónimo dijo...

Aplausos por la entrada

Anónimo dijo...

Sra Gaytán, respecto a las mujeres en el ejército, creo que puede servir de ejemplo el caso de Israel. Ahí van por obligación y tendrán sus problemas y sus cosas, pero creo que no hay que alarmarse.

Y, en el caso de Idoia, que encima son soldados profesionales que eligen voluntariamente qué hacer menos aún. Lo importante es la vocación, no el sexo.

Luego, hablando del tema del post en sí, nunca se sabe en qué parte de la historia estaríamos ahora. Si seríamos los numantinos que eligieron suicidarse antes de rendirse, o los romanos que observaron el espectáculo.

Sinceramente, tampoco me convence a mí esos suicidios colectivos...

Diario de un burguense, gracias por tu referencia. Cuando pueda la enlazo. :)

Anónimo dijo...

A mí me recuerda la historia de Masada, doscientos años más tarde. En todo caso, los romanos eran, o éramos quizás, pues ya no tengo muy claro quien soy, especialistas en provocar este tipo de escenas.

Anónimo dijo...

En todo caso, los romanos eran, o éramos quizás, pues ya no tengo muy claro quien soy, especialistas en provocar este tipo de escenas.

Creo que no seríamos los romanos. La sociedad se escandalizaría de que permitiéramos a una Numancia morir de hambre y autosuicidarse. Saldrían algunos con la ONG del bolsillo.

Anónimo dijo...

Creo que no seríamos los romanos. La sociedad se escandalizaría...

Es verdad. Antes, porque nos "defendíamos" excesivamente. Ahora, porque no nos defendemos nada. Por ahí viene el Bregg de Freman. Decía Javier Urra, el "defensor del menor" que nuestra sociedad es violenta porque es "masculina", y que hay que "feminizarla". Si la "feminizan" más de lo que ya está, la castran.