Cincuenta mil euros.
Piensen en esa cifra, cuántas cosas harían con ese dinero ahora mismito y cuánto tiempo tardan ustedes en ganarlo. Algunos me dirán que meses; otros, no obstante, pueden contabilizarlo en años. Este cómputo de tiempo es para mortales, claro está; luego están los que por acudir simplemente a una fiesta, dejarse hacer cuatro foticos para salir en las revistas, cobran cincuenta mil euros. Es la nena de la foto la afortunada.
Bueno, en realidad no sé si la afortunada es ella o su hermana, las dos me parecen iguales. Todo esto, por supuesto, me he tenido que enterar mientras escuchaba la caja tonta de fondo y relataban el suceso en esos programas de hienas que tan de moda están en la televisión española.
Y a mí que esta mujer se gane la vida así me parece muy bien; si puede, sería boba de desaprovechar la oportunidad. Pero es la propia sociedad la que aupa a gente sin méritos, sin ningún logro excepto ser el hijo de o la novia de, a llenarse sus bolsillos mediante la venta de revistas, ochocientos mil cuatrocientos y pico programas de marujeos y resto de industria anexa.
Luego, no nos quejemos de cuántas personas tocándose la tripa viven en este país; somos nosotros mismos los que los damos de comer.
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